El dolor y la gloria de los mates en el baloncesto
El mate es la jugada más aclamada del baloncesto. Los más icónicos son canonizados, recordados con cariño y a menudo debatidos por sus méritos y significado. El lenguaje del deporte ha creado tantos nombres para él: jam, yam, slam, poster, stuff, hammer. Es un club exclusivo al que solo unos pocos en el mundo pueden unirse. Es maravilloso. Y duele como el infierno.
El dolor causado por los mates es catalogado por los jugadores: uñas rotas, dedos doblados, moretones recientes, cicatrices duraderas, colisiones en el aire, cuellos torcidos, aterrizajes peligrosos. Lesiones que les han costado partidos e incluso temporadas enteras.
En la NBA moderna, la frecuencia de los mates ha aumentado, pasando de 8,254 en la temporada regular 2002-03 a 11,664 el año pasado. Este aumento se debe principalmente a la revolución de los triples y al mayor espacio y carriles de conducción más limpios que conlleva. Pero la liga también cuenta con atletas más altos y explosivos que ingresan cada año. Con ellos vienen hazañas aéreas aún más espectaculares, que cautivan a los fanáticos y sorprenden incluso a los jugadores que las presencian.
La percepción de los jugadores sobre el mate y el dolor que puede conllevar está en constante cambio. No es una nueva tendencia, simplemente el mate, con todo su atractivo y misticismo, es la marca más visceral de la madurez de un jugador.
El club más exclusivo del baloncesto, al que solo se puede acceder a 10 pies de altura, no es uno en el que los jugadores puedan, o siempre quieran, vivir para siempre. Dennis Smith Jr., ahora miembro de los Brooklyn Nets, tenía un salto vertical de 48 pulgadas como prospecto, pero ahora dice que sus problemas para aterrizar afectaron su forma de tiro.
Cuando los jugadores de baloncesto jóvenes comienzan a hacer mates, nunca quieren parar. Es un símbolo de estatus que nunca olvidan. Cada jugador recuerda cuántos años tenía cuando comenzó a hacer mates en los partidos. Es lo primero que hacen al entrar al gimnasio y lo último antes de irse.
A medida que los adolescentes se convierten en veteranos, su relación con los mates a menudo cambia. Para aquellos que no son atletas excepcionales, hacer mates se convierte en una herramienta más que en una hazaña. A medida que envejecen, los jugadores pueden experimentar más dolores y lesiones debido a los mates.
A pesar de los riesgos y dolores asociados, los jugadores continúan haciendo mates. Es una muestra de habilidad y poder que pocos pueden lograr. Aunque el dolor es parte del juego, los jugadores están dispuestos a soportarlo por la emoción y la satisfacción que conlleva hacer un mate.